martes, 26 de agosto de 2014

Discurso de toma de posesión 09 de noviembre de 2004





Discurso de Toma de Posesión, 9 de noviembre de 2004, de Rafael Parra Barrios como Alcalde del municipio Independencia, estado Yaracuy, Venezuela.
ü   Ciudadana Francisca Galíndez, Presidenta del Concejo Municipal y demás miembros
ü   Ciudadano Iván Aparicio, Alcalde saliente
ü   Legisladores y Legisladoras del CLEY
ü   Amigo Eduardo Lapi García, Ex Gobernador del estado Yaracuy
ü   Representantes de la Iglesia Católica, del Consejo Local de Políticas Públicas, de las Asociaciones de Vecinos y de los Partidos Políticos
ü   Ciudadanas y Ciudadanos 
Vengo a tomar juramento ante el honorable Concejo Municipal de Independencia y dar fe ante el Todopoderoso que les cumpliré. Vengo a darle las gracias a Dios y al pueblo Independence, cargado de sueños, buenas intenciones y bendiciones, por permitirme ser su Alcalde en el periodo 2004-2008. ¡Gracias! ¡Muchísimas gracias! Vengo, amigos y amigas, ciudadanos y ciudadanas, con una maleta llena de ilusiones para modernizar el municipio. Vengo con un equipo de gente valiosa dispuesto a trabajar contigo y con todos por el progreso local. Vengo a labrar con honestidad la tierra ubérrima del lar dilecto y con principios y valores sembrar una gestión de compromiso, lealtad y testimonios de fraternidad. Vengo a hablarles en plural y a ratificar el programa de gerencia pública que hice en la campaña electoral recientemente finalizada.  
Este gobierno que arranca se basará en la democracia participativa, en la necesidad histórica e impostergable de municipalizar, comunitarizar y ciudadanizar las políticas públicas a diseñar y a aplicar; y en la concreción de consensos para que la inclusión social y la paz reinen en nuestra localidad. Esta senda a transitar supone que hay que consolidar la autonomía del poder público municipal a través del dialogo social, la cooperación entre los poderes públicos y la sociedad, la descentralización administrativa y la desconcentración de las instituciones. Es un reto necesario porque implica más y mejores oportunidades para la gente en las áreas sociales, económicas, políticas y culturales, vitales para su futuro.
En este panorama es obligatorio disminuir el gigantismo del Estado, y hasta el centralismo, para darle musculo al municipio y mayor fuerza creadora y creativa a la sociedad. La hora que se vive emerge de municipios autónomos, asociativos, solidarios, saludables, emprendedores, participativos, ecológicos y competitivos. Municipios conducidos con el corazón, la pasión y el amor hacia el prójimo, con resultados, logros y reivindicaciones colectivas. ¿Cómo hacerlo? Cómo impulsarlo? Indudablemente que con el ejercicio de los derechos políticos, de la participación ciudadana y de la existencia de excelentes gestiones de gobierno, dispuestos juntos a definir una agenda primaria y temática para la defensa de los derechos humanos. Se trata de convertir a la sociedad en un gran foro social, económico y político permanente, pluralista y con la propagación de un debate político de altura, programático, cuyo epicentro sea la gente y sus circunstancias; la comunidad y sus antinomias, y el ser y el deber ser de la localidad. Desde luego que el disenso y el consenso se harán presentes como parte de la lucha social, el pluralismo político y la heterogeneidad social, que caracteriza al municipio.
El debate público debe fundamentarse en la conciencia ciudadana, en la luz social de la persona y en el humanismo de la sociedad, premisas sin las cuales sería imposible conceptualizar y definir las políticas municipales para el cambio de la sociedad, que poseen una connotación principista, donde la hermandad, la paz, la comunicación y la convivencia ciudadana prestigian el quehacer diario de las comunidades.
El municipio es la casa de la descentralización, porque en esencia, éste poder público, es el nivel de gobierno más cercano a la gente, y si bien es cierto que la descentralización y la desconcentración aterrizan en su ámbito, también es verdad que a partir del mismo las políticas de apertura y transformación se pueden profundizar. Vale decir que desde el municipio se pueden aplicar dos tipos de descentralización, a saber, la horizontal, que va del municipio al municipio (Macro políticas municipales) y la vertical, que va del municipio a la comunidad (Micro políticas comunitarias). 
Toda esta visión compartida conlleva al Desarrollo Local Sustentable, fundada en sueños, reivindicaciones, necesidades y aspiraciones de los seres humanos gregarios que creen en el equilibrio ecológico. En este esquema de desarrollo, la historia y la geografía, la población y el territorio, el tiempo y el espacio, interactúan para conquistar la equidad social y el crecimiento económico, con alicientes como el municipio competitivo, ecológico, generador de empleo decente; productor de bienes, servicios y programas sociales.
En esta ruta es auténticamente válido saber hacia dónde va el municipio. Y la auténtica respuesta tiene que ver con la dirección histórica de las autoridades, los ciudadanos, el gobierno y el estado. Las autoridades deben tener humildad, respeto hacia las personas y comunidades, deben practicar la honestidad, la transparencia y la trascendencia, y tener ante todo un plan factible de vuelo. Los ciudadanos deben estar comprometidos con las transformaciones estructurales de la sociedad, dándole brillo con su conciencia, praxis y solidaridad. El gobierno debe ser proactivo y buscar  resolver los problemas de la sociedad. El Estado debe hacer del municipio una fábrica masiva de políticas y acciones públicas basadas en el bien común. En todo caso encumbrar al municipio como poder social, contractual y consensual, propiciador de historias y caminos solidarios. Se trata de luchar con honor por los deberes y derechos del hombre y su conciencia.
El municipio es una cultura y necesita, merece, una cultura. Requiere un ambiente creado por el propio hombre sin lesionar sus cantos, danzas, poesías y su ecología. El municipio es y exige fundamentación histórica, ética y futurista. Clama tiempo y espacio, identidad, valores, tradiciones y costumbres para realizarse. Es y urge democracia, humanismo, dignidad humana y pluralismo socio-político. Si fortalecemos al municipio haremos más democracia, más justicia social y más  unidad. De ser así, es el ámbito por excelencia para la inclusión social, para promover la justicia social y para fomentar instituciones proclives a estructurar un mundo de paz, respeto y entendimiento.
La nueva Alcaldía tiene el deber de establecer un dialogo social que provea políticas públicas adecuadas a las necesidades de las personas y comunidades, que nutran su espíritu y permitan su consagración. Una jefatura que respete al pueblo, al Concejo Municipal, a los trabajadores, empresarios, medios de comunicación e instituciones públicas y privadas. Una corporación que entienda que su vigencia pasa por honrar los derechos de los ciudadanos para que la soberanía de su identidad histórica prele ante cualquier tentación de abuso.
Ser Alcalde, estoy seguro, será una experiencia hermosa, y sé que es y será así porque nací y me formé para servir. Será una prueba que Dios colocó en mi vida y estoy convencido que es una oportunidad para apoyar a la gente humilde con más y mayor democracia, con más y mayor participación civilista, con más y mayor descentralización, con más y mayor justicia. Ser rector de un municipio es a la vez difícil porque los recursos económicos son pocos y los problemas muchos; porque se enajenan las competencias municipales y se privilegia el centralismo. Hay que apelar al ingenio, a la inventiva y a la coordinación intersectorial para vibrar al ritmo de los anhelos de las comunidades. Es difícil porque todos los problemas, sean o no competencias del municipio, hay que abordarlos con sentido de responsabilidad y articulación con la sociedad y demás poderes públicos. Es la única posibilidad que se tiene para avanzar por los caminos escabrosos de una sociedad en crisis. Ese es el desafío a enfrentar y a emprender. Ese es el tamaño del reto que asumo y estoy seguro, que juntos, unidos y en comunión permanente, lo lograremos.
 Les ratifico entonces que no vengo a presentar un catálogo de promesas. Vengo a decirles que gobernar es hacer, y por eso expongo ante este noble y luchador pueblo de Independencia un conjunto de lineamientos fundamentales para el Desarrollo Local, un boceto de ideas para la acción, a saber: Partir de la legitimidad de las autoridades y de la consolidación de la  gobernabilidad municipal para garantizar el éxito del desarrollo sustentable. Liderar una gestión pública subordinada a la ética. Nombrar un equipo sensible y eficiente. Promover la participación ciudadana, y convertir a los habitantes en ciudadanos para confeccionar una sociedad de deberes y derechos, comprometida con su futuro. Fomentar la planificación ciudadana y el diagnóstico participativo. Garantizar la democracia y el desarrollo comunitario. Producir bienes, servicios públicos y programas sociales para una elevada calidad de vida humana. Modernizar la institucionalidad local. Descentralizar y desconcentrar funciones y competencias para las comunidades organizadas. Rescatar la autonomía política, administrativa y económica del municipio. Reclutar recursos humanos competentes y competitivos. Apoyar a empresarios innovadores. Respetar los derechos de los trabajadores y  estimular el cumplimiento de sus tareas. Incentivar la inversión privada. Definir y ejecutar políticas para combatir la pobreza, el desempleo y la inseguridad. Capacitar  a las comunidades en temas estratégicos para el desarrollo local. Respetar la división de poderes y sus respectivas autonomías. Sembrar la asociatividad como base del municipio productivo y competitivo. Convertir las ventajas comparativas y cooperativistas en ventajas competitivas. En definitiva un terreno afortunadamente  fecundo, digno de sembradíos y cosechas, de fe y amor, de cambio y paz. Vengo y aquí estoy. Vengo y aquí estamos. ¡Gracias y un abrazo! 


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